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La Condesa
y á que brille mi honor acrisolado.
Sale Odonell con armas , y el Conde se
altera al verle»
Odón» A tu vista, Señor:;:
Cond. Injusto negro,
Empuña el Conde la espada.
tú mismo vienes á buscar tu estrago»
Odón. A tu vista imprudente no llegara
si me hallara indefenso.
Cond. Temerario,
contra mí solicitas defenderte?
Odón. Es, Señor, en tu abono executarlo,
modera tu rigor, y óyeme atento
que átu amor y á tu honor importa el
Cond, A mi amor, y á mi honor? (caso-
Odón. No tiene duda.
Cond. Pues refiera tu voz, pero notando»
que si engañarme quiere tu malicia,
el castigo hallarás en el engaño, (ta,
Odon.En diciendo,Señor, lo qe te impor-
me entrego á tu podé como tu esclavo:
Reldou, compañero mió,
torpe, infiel, ciego y soberbio,
negado á quantos favores
tus bondades le ofrecieronj
de aquella pasada ofensa
ha fomentado en su pecho,
contra tu honor, y tu vida
las iras de su error fiero.
Bien sé que por sus palabras
engañosas , que supieron
en tu pecho introducir
la llama cruel de los zelos,
contra mí, y contra tu esposa
mostrar quieres lo sangriento:
No te culpo, ni lo extraño,
pues infiel , traidor protervo,
supo pintarte , Señor,
ofensas que el mismo infierno
no las pudo producir,
porque faltar yo al respeto,
de un honor tan puro y claro,
cómo era dable? Mas ciego,
negado á mis persuasiones,
advertencias y consejos,
no fue capaz de advertir
lo execrable de su intento.
Mira, Señor, que es engaño
quanto ese traidor te ha expuesto
Jenovitz.
de tu honesta casta esposa;
la sortija que á tu dedo
volvió (todo lo hi sabido
por un extraño suceso )
y con ella fabricó
la infamia de su despecho;
regalo de la Condesa
fue para él, con el intento
de que pues tú le aihagabas
para aplacarle su ceño,
poner también de su parte
al mismo fin , por si en esto,
Muestra el Conde admiración.
imitando tus acciones,
se apagaba aquel incendio,
que brotando por venganzas, '
maldades está influyendo.
Y porque mejor conozcas
si te digo verdaderos
sucesos, con que acredites
su traición , y que mis hechos
siempre fieles no te ofendan,
mis defensas te presento,
Pone las armas á los pies del Conde.
y me entrego á tu poder,
mas suplicándoos primero,
que para vengar la injuria
que á mi Señora se ha hecho,
con él me dexes lidiar,
en donde yo cuerpo á cuerpo
le higa en ecos lamentables
confesar sus desaciertos,
para que veas, Señor,
á dos Etiopes negros
pensar de distinto modo,
uno bárbaro y sangriento,
y otro prudente y leal,
que á un propio Señor sirviendo
si el uno ofende su honor,
el otro anima su afecto,
y con debida lealtad
solicita con su esfuerzo,
dando la muerte á un tirano,
lograr dichoso tres medios
felices: desengañarte
en tu error, y sentimiento:
librar del dolo a tu esposa:
y conseguir con mi aliento,
que reconozcas que soy
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