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Peregri. En todas partes, y en ninguna
.
Conra. ¿ Pero en qué parage esta'n con
mas frecuencia ?
Peregri. En el punto del globo , que
llamamos nosotros la tierra ardiente,
y el vulgo nombra Westfalia. ¿Qué
me debéis Conrado ?
Conra. Un secreto' inviolable.
Peregri. ¿ Y qué debéis al orden que
traigo ?
Conra* La mis ciega obediencia. En
este supuesto decidme , ¿ qué ordenan
mis hermanos ?
Peregri. ¡ Vuestros hermanos ! ya no
los tenéis.
Conra. ¿Por qué causa? {admirándose.)
Peregri. Porque los habéis vendido.
Conra. ¡ Yo !
Peregri. Vos ; queriendo substraer un
culpado de la justicia del tribunal.
Conra. ¡Un culpado! ¿quién es?
Peregri. El conde de Selmitz.
C. nra. ¿ En dónde ? ¿ cuándo ? ¿ de
qué modo ?
Peregri. \ Conrado ! ¡ Conrado ! hasta
ese punto desconocéis el poder de
los invisibles, pretendiendo que pueda
escaparse (con voz imponente.)
á su vigilancia un solo pensamiento
aunque sea concebido en medio de
las tinieblas, ó una palabra proferida
en la mas sombría soledad ?
Conra. No : yo conozco su vigilancia
infatigable y poderosa ; pero no es-
trañeis que vuelva á preguntaros,
dónde , cuándo y cómo he substraído
de la venganza del tribunal al
conde de Selmitz.
Peregri. ¿Me preguntaréis dónde ? A
media legua de vuestro palacio , en
un camino tortuoso , á poca distancia
de una cruz de piedra erigida
sobre el límite del camino, que conduce
desde vuestros dominios al lugar
de Selmitz.
Conra. Mi sorpresa.... {aparte y ató-
nito.)
Peregri. ¿ Preguntaréis cuándo ? Hoy
hacñ diez dias , cerca de la media
noche después de haber transcurrido
un trecho de vuestro parque } y
con el pretesto de ir á respirar la
frescura del campo.
Conra. j Estoy confundido ( ap.)
Peregri. ¿ Preguntaréis cómo ? Aconsejándole
que huyese y abandonase
la Alemania.
Conra. Jamas yo....
Peregri. ¿Queréis que os repita vues«
tras propias palabras ?
Conra. j Mis palabras !....
Peregri. Le habéis dicho : v Amigo
«mió, apretando su mano, en otros
« países se come tan buen pan como
«en este." Os comprendió: huyó,
pero nuestros aceros le alcanzaron
en Selmitz.
Conra. Qué ángel , ó por mejor decir,
qué furia pudo.... pero continuad.
Peregri. Selmitz ha espiado su crimen:
falta que espiéis el vuestro.
Conra. Sepamos cómo.
Peregri. Vuestra indiscreción, aunque
indirecta , había sido calificada de
formal traición , y en consecuencia
ibais á ser citado ante el tribunal:
entonces observó uno de los individuos
que el consejo dado por vos á
Selmitz, podia haber sido un acto involuntario
, producido por la ternura
con que le amabais. Esta observación
os salvó , mas fué bajo cierto
pacto: ¿ Juráis cumplirle ?
Conra. Lo juro: ¿qué debo hacer?
Peregri. En estas cercanías anda errante
un criminal que se halla proscripto
: El deseo de encontrar asilo
es posible le conduzca á vuestro palacio
; y por si se verifica, os comisiona
el tribunal par3 castigarle. Tomad
, obedeced y seréis perdonado.
{le entrega un puñal.)
Conra. ¿ Herir á un desconocido cuando
venga á solicitar en mi casa 1*
hospitalidad ? ¡ A un desgraciado qtti
se pone bajo mi protección í
Peregri. i Desde cuándo han sido mas
fuertes semejantes consideracíoneS
que los juramentos solemnes que tenéis
hechos ?
Conra. Tales juramentos son horrorosos
.
Peregri. Son inviolables. En tales <*-
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