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entrada en el trlbun.il ? las señas ?
las fórmulas que á'san ?
Alber. En la pri.sion del palacio se halla
uno de los emDleados en ese tri-
banal que arrestaron mis guardias esta
mañana de resultas de cierto aviso
secreto. He mandado que se me
presente , y quizás lograré indagar
lo que deseo.
Herm. Permitidme que insista en aconsejaros
que no espongais vuestra persona
: el menor desliz,la mas pequeña
equivocación en las palabras, en las
señas, puede descubriros, y en tal caso
, vuestra desdicha sera inevitable.
Alber. Ninguna consideración será bastante
poderosa , para variar lo resuelto
.
Herm, Seréis asesinado.
Alber. No tendrán valor para tanto.
Henn. Pereceréis , os lo repito. ( con
tibieza. )
Alber. Y ¿qué importa que perezca, si
rne cubro de gloria librando á mis
vasallos del yugo infame de esa única
sociedad de malvados? Me tendré
por dichoso si mi muerte sirve
de egempio á mis sucesores para concluir
esta obra benéfica.
Herví. ¡Alberto! Alberto! cu el siglo
en que vivimos no se sabrá apreciar
tan heroica empresa. La igno-,
rancia es tanta como la perfidia de
los invisibles , y en vano se cansa
cualquier ser benéfico en combatir
las producciones de la intriga y de
la preocupación.
Aiber. Conozco esas verdades , pero
yo cumpliré mi deber , y la posteridad
podrá juzgarme.
ACTO CUARTO.
El teatro representa un gran subterráneo
cj.'í dos escaleras laterales , y
en medí-i un poco ácia á la derecha
de los especiad res , se verá el borde
de uia cisterna que se supone es~
tur hecha de peñascos.
Al levantarse el telón entran cuatro
hombres enmascarados y vestidos de
negro , observando el mas profundo
silencio. El primero llevará una espada
desnuda. El segundo un reloj
de arena. El tercero un libro gran'
de que pondrá sobre la mesa. T el
cuarto un cuadrado negro que pone
también en la mesa. Al rededor de
esta {que debe estar en el centro)
habrá siete sillas negras , y la del
presidente deberá ser mayor que
las seis restantes. Encima de la silla
del presidente se verá un paño
negro en forma de tapiz que tenga
pintadas dos espadas desnudas y
cruzadas , y sobre ellas un rótulo
que diga: TRMUNAL SECRETO.
El hombre que lleva la espada se
sienta sobre un taburete al lado de
la silla del presidente. Luego entra
otro hombre enmascarado , pero sin
el trage negro, l'á á la mesa, pone
una mano sobre el libro que estará
abi>-rto , saca un papel cuadrado
, le deja sobre la mesa , y se vapor
la escalera del lado derecho;
después entra otro hombre que hace
la misma ceremonia y se vá por el
mismo lado. Habrá uno pansa , y
se oye el reloj qne dá las <hce. Al
momento bajan por la escalera siete
hombres enmascarados vestidos de
negro, tienen precedidos y seguidos
de guardias enmascarad)s también*
Los jueces se ponen al rededor de lo
mesa : los guardias detrás. Caá*
jue:.: lleva, fardado en el vestido j
s'.bre el pecho un número que se fv
gura ser f.l que le ha tocado en suerte
para la antigüedad en el tribu'
nal, y con arreglo á est > se sentit'
rá el número i.9. como presidenta*
El teatro estará iluminado por u*&
lámpara grande que cuelga de Ia
bóveda.
NOTA. Los tuas y ceremonias espresadas
se han copiado de las anti*
gnus crónicas de aquel tiempo , Y
deben egecutarse sin alteraciones J"
con el mayor cuidado para p><^r
j orinar una idea ecsaeta de las
siones que tenia el tribunal secreto-
IV.0
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