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Al sitio liego, en que libó mi suerte
el examen de duda tan forzosa^
y aunque sigo la antorcha <|üe rae advierte,
tropezando en la estancia temerosa,
me vi puesto á los pies (presagio Fuerte!)
del marmol (amenaza rigurosa!)
de Hipólita JEsforcia, y monumento,
y erizado suspendo el movimiento.
Con su presencia corrigiendo estaba
el prodigioso bulto mi osadía»
el ser que en la materia le f ti taba,
en la forma el sincel se le infundía;
pues pareció que mi altivez pisaba,
y que vengar su original quería,
sin vista atento , sin acción activo,
dio cuenta sin voz, yo sin alma vivo.
Abro la caxa en que el cadáver vino,
y mis dudas cu él vencer no puedo;
cot».jar sena á seña determino
aquella imagen pálida del miedo :
la luz acerco + el rostro le examino;
pero vuelvo a dudar, y absorto quedo,
pareciendo en aq*el sepulcro helado
mi propi« estatua en marmol transformado.
Enrico, á quien ti¿ tan grave empresa,
porque el testigo es mas evidente,
el mismo , que yo vi de la Duquesa,
ser el difunto cuerpo afirma, y siente:
sea, o no, ya por dueño me confiesa
Milán, ya coroné mi heroyea frente,
si algún emulo hubiere desta hazaña,
mis armas verá Italia en la campaña.
Verá resplandecer en sus riberas
los cascletes con que al sol apunto,
formar selvas de picas, y banderas,
adonde torpe se embarace el viento,
hacer sombra el canon á esas esferas>
correr los campos el briden sangriento,
pablar de armadas los cerúleos mares,
turbando el orbe á estruendos militares.
JP/c. No creas á tu sospecha,
si F u t ico te desengaña.
Enr. Hipólita Esforcia es muerta;
lo contrario siente el alma. ap.
Cari. O ! ruego al cielo, que sean
sus seguridades vanas.
Cal. A pesar destos asombros
he de
conseguir mañana
el
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