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Los moros de
corazón y en tu propuesta,
yo á suplicarte me atrevo
la libertad de... Celima. Sí, Inés,
tu solicitud comprendo.
Deseas volver á tu patria
en libertad : tu deseo
es justo , y yo te lo cumplo
á pesar de cuanto siento
apartarte de mi : vete
cuando t2 convenga. Inés. Pero...
sola ? Celima. No, que eso seria
no conceder por entero
el beneficio : tú y todas
mis cautivas desde luego
podéis libres partir. Solo
lo que de vosotras quiero
es que os acordéis, que en mi
mas que señora y que dueño,
habéis tenido una amiga
que os ha amado, y que sintiendo
queda vuestra ausencia: id,
y justificad en vuestro
país que los Abencerrages
son sensibles al lamento
del infeliz, y que aman
á la humanidad. Inés. Mi acento
en tu alabanza , señora,
será.imparcíat y perpetuo.
Todos se preparan: un toque de
clarín /a interrumpe: Celima se levan.
Celima. Masan, principie la fiesta
en el instante.... Qué es esto?
Rasan. Yo lo ignoro: pacto al punto
á ver que... Cel. No, líasan, teneos:
corred vos , y ved que causa
motiva... (Un guerrero se dispone ¿í
fartir cuando se presenta tn la galería
el Abencerraje primero falto de
atiento, desordenado el cabello &c.)
Primero. Oh Alá supremo!
Princesa , armaos de valor
para oír el mas funesto
mensage. ( Todos se consternan: el
Abencerraje baja.)
Celima. Qué es lo qué dices?
Primero. Todo se ha perdido.
Todos. Cielos! (Pansa.)
Prim. La victoria que un instante
aleves nos concedieron
los Zegries, su retirada,..
Granada, 7
su fuga... todo un pretexto
fue engañoso para mas
destruirnos.
Celima. Cómo! Prim. Habiendo
nuestro egército seguido
hasta los desfiladeros
de las montarías su fuga
fingida , le sorprendieron
lCs Zegries por todas partes;
desde el alto de los cerros
mas elevados, impíos
nos arrojaban el peso
enorme de grandes piedras,
que servían al misino tiempo
de verdugos y sepulcros:
el que por acaso huyendo
escapaba de esta muerte,
hallaba otra en los aceros
de los emboscados: voces,
ayes, alaridos, ecos
de moribundos, y muerte,
y sangre, solo el aspecto
de una completa ruina
presentaban ; como fieros
asesinos los Zegries
en polvo y en songre envueltos
cantaban su triunfo horrible,
á la par que los sinceros
Abencerrages morian
engañados é indefensos.
«Matad, clamaba Alamir,
» matad , no haya en vuestros pechos
»piedad: son Abencerrages:
«destronadlos, deshacedlos."
Por fin , señora, la atroz
guadaña segó los cuellos
de nuestras mejores tropas;
y el escarmentado resto
del egército en desorden
huyó , dejando en el fiero
campo de batalla, padres,
hijos y esposos cubiertos
de heridas, hechas por manos
de asesinos, de sangrientos
monstruos, de quien la venganza
tomará el profeta excelso.
Esta es, señora, la causa
de gozar por un momento
la victoria , para siempre
llorar nuestra vencimiento.
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