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o
si mensagero de paz
vienes.
At.rmir. Yo traigo á este pueblo
la desolación, el llanto
y la muerte.
Los Abencerrages levantan sus armas
y dan un paso hacia Alamir.
Abuc. Deteneos,
Abencerrages, qué hacéis?
oid mi voz: el derecho
de embajador, le respetan
aun ios mas barbaros pueblos.
Queréis en atropellarle
ser iguales á los fieros
Zegries? ellos merecen
vuestro rencor, vuestro tedio
y vuestro odio; mas los tuertes
Abencerrages en medio
de¡ campo de batalla,
solamente sus alientos
demuestran: callad, y oíd
su proposición, creyendo
que en mi tenéis quien altivo
detienda vuestros derechos.
Habla, Alamir. Qué te manda
Almanzor ?
Alamir. Que anuncie al pueblo
de Cártama, males, muertes
y horrores. Por ser opuestos
á la elevación suprema
de Boabdil, rey excelso
de Granada ; por haber
resistido á conocerlo
como tal, cuando las tribus
le aclamaron; su decreto
es que Cártama no exista
«n la tierra, que el acero
y las llamas la reluzcan
á la nada , y su terreno
pr duzca cardos y espinas
tínicamente, £1 reflejo
del sol no alumbrará mas
que su ruina y su escarmiento
en adelante, y hoy mismo
cuantos re-piran el viento
venenoso que ta cubre,
dejarán de existir: viejos,
jóvenes, mujeres, niños
perecerán al íunt^o
golpe de UUCS.U» venganza,
Zegries y Abencerrages.
sirviendo al mundo de egemplo.
Ce lima. Bárbaro!
Alamir. Jamás el astro
brillador del alto cielo
habrá alumbrado tragedia
mas horrorosa: el decreto
de Almanzor es este, y yo
os lo intimo obedeciendo.
Abuc. Mucho fias, Alamir,
de nuestra prudencia, puesto
que de ese modo te atreves
á hablar delante de un pueblo
reunido, sin temer
ser víctima de su esfuerzo.
Alamir. Si el asesinarme acaso
pudiera ser el remedio
de vuestros males, no fuerais
tan generosos ni buenos
que la vida me dejaseis;
pero ese ultrage de nuevo
hecho á los Zegries, solo
servirá para haceros
mas prontamente infelices,
Abuc. Digno es de los sentimiente
que te animan el lenguage
que usas con nosotros; pero
todos los Abencerrages,
Alamir, te conocemos
por quién eres: tus palabras
merecen nuestro desprecio,
y no mas: todo tu odio
nace de envidia y de zelos,
porque pretirió Celima
mi mano á la tuya: de esto
quieres vengarte , y te vengas
(como cobarde) afligiendo
su maternal corazón,
á Boabdil influyendo
y á Almanzor, que no perdone
el asesinato horrendo
que nos prepara en los niños
ipocentes, porque en ellos
perezcan también sus hijos.
Jíste proceder sangriento
justifica ia justicia
con que despreció tu afecto
y tu uion : sí, con las fieras
no se unen en dulce lecho
los racionales sensibles;
y antes ofrecerá el pecho
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