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El poder de la inocencia, o los moros de Granada Zegries y Avencerrages
Valencia, 1824
Seite: 18
(PDF, 7 MB)
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Spanische Comedias

  (z. B.: IV, 145, xii)



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í 3 Zegries y .

manos, bendecir sos nombres

todos cuanros hoy se encuentran

en la ciudad , aplaudiendo
la resolución propuesta

por mí al consejo! ahí Celima,

qué momento de terneza

y placer para una madre!

cuantos tormentos y penas

padeció, debe borrarlos

para siempre de su idea':

decir gozosa: á mi esposo,

á mis hijos , á las prendas

mas gratas al corazón,

debe mi tribu completa

la libertad y la vida:

por qué trocarías esta

felicidad? Celim. Y sí en contra

de eta esperanza alhagüeña,

les inhumanos Zegries

en el furor que los ciega,

bárbaramente la sangre

de nuestros hijos vertieran....
Abuc. Que horror! entonces... cual tí-

rabiosos, cual leonas fieras, (gres

padres y esposas irían

al campo en que se egerciera

tal atrocidad , talando,

destruyendo cuanto hubiera

á su vista; y destrozando

á esa bárbara caterva

de asesinos, con las manos

rabiosas haciendo presa

de sus viles corazones,

y sepultando en la eterna

noche del oprobio, tanta

iniquidad y vileza,

á sus hijos vengarían,

y vengándolos murieran.
Celim. Ay Abucar! y antes de ese

triste cuadro que presentas

á mi vista, y que recelo

se verifique , no era

mas prudencia abandonar

á Cártama , y en la espesa

cordillera de montañas

qué la Alpujarra presenta

refugiamos ? Abuc. Na Celima,,

nuestros enemigos velan,,

y seremos destrozados

ames de 1 legar- á ellas.

Celim. Pues huyamos los dos solos
con nuestros hijos. Abuc. Bajeza
tal le puede proponer
á Abucar Celima! vuelva
en sí tu corazón. Primero
mil y mil vidas perdiera,
que abandonar á los tristes
compañeros de mis penas.
El primer Abencerrage
morir debe á la cabeza
de su tribu: y esto voy
á^egecutar, pues se empeña
en oponerse Celima
á mis proyectos. Celim. Espera,
Abucar: que yo tampoco
quiero por mi resistencia
ser origen de los males
de tantos. Ah ! no: el profeta
me liberte. Yo consiento
en cuanto digas, mas sea
con una condición. Abuc. Cual?

Celim. Cuatro hijos son las prendas
de nuestra caricia, y frutos
de nuestro himeneo; fuera
la mayor ferocidad /
en tí, sino consintieras
en dejarme solo uno,
que en caso de que padezcan
los demás la horrible muerte
que van á buscar, pudiera
recoger de mi amor todos
los afectos, las ternezas
de mí corazón. Consientes^
Déjame un hijo siquiera
que rne consuele. Qué dices,
Abucar? dudas ? recelas?

Abuc. No; pero , infelice! sabes
lo que pides? Celima. La existencia
de un hijo solo. Abuc. Pues bien,
yo consiento en tu propuesta.
Elíjele. Celima. Sí, yo elijo.».

Abuc. A cuál?

Celim. A... mas no... que sea...
pero, y los otros? Oh Alá
santísimo! qué funesta
elección! los cuatro tienen
en mi corazón las mesmas
prerogativas, les cuatro
el mismo derecho alegan
en nú alma. Qué razoa


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