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Los moros t
puede haber qué á uno conceda
el beneficio, qué á todos
concedérsele debiera?
Ah ! no , no los dejaré:
soy madre, quien me pudiera
arrebatar á mis hijos?
con cuanto mis fuerzas puedan
los defenderé: ninguno
partirá á la horrible escena
que les preparan .. Abuc. Celima....
Celima. Y quién eres tú que intentas
obligarme á tan cruel
sacrificio? á tan cruenta
elección? te desconozco...
tú no eres para mi idea
sino un hombre cuyo duro
corazón , cuya alma fiera
se ha cerrado á la piedad,
y otra virtud no conserva
que el ser buen patricio! Bien:
pues yo soy madre, y mis tuerzas,
mi amor, mi ser y todo cuanto
disfruto sobre la tierra
lo abandono , lo detesto
y abomino. Si me queda
el nombre de madre solo,
qué me importa que perezca
hoy Cártama , ni que todos
los Abencerrages mueran?
Yo existo para mis hijos,
y ellos para mí: el que sea
tan osado que á mirarlos
tínicamente se atreva,
tema mi furor: armada
de un puñal, puesta á la puerta
de su estancia , el corazón
le partiré al que pretenda
penetrar su asilo.... Oh Dios!
Un Abencerrage se presenta por el foro
tocando un timbal destemplada
y cubierto de paño negro.
qué oigo! la señal horrenda
de partir! Profeta santo,
haz que ese monstruo perezca
á tu furor. Qué haces? tente.
El Abencerrage va d tocar segunda
vez , Celima se arroja, le agarra las
manos y lo impide, pero no pudiendo
resistir cae desmayada: Abucar cor-
rey la recibe en sus brazos, hace seña
¡ Granada, 19
al Abencerrage, y vase sin tocar.
Abuc. Celima? qué veo! muerta
yace ó desmayada. Inés?
Hasan? (Salen Inés y Hasan.)
Los dos. Señor? Abuc. Socorredla.
Inés y otras esclavas que han salido
con ella, la traen agua, la hacen aire
&c. y la sitúan en los almohadones
en que estuvo Hasan.
Has. Celima infeliz! Abuc. Por mas
que cruel y dura sea
esta determinación,
la necesidad me fuerza
á egecutarla: este triste
momento en que ahora se encuentra
aprovechemos: conduce
Vase Hasan por la izqute-rda.
aquí á mis hijos , apriesa.
Yo para instruirlos quiero
conducirlos á la puerta
de la Alpujarra. Infeliz
madre, qué horrorosas penas
te aguardan cuando despiertes
del letargo que enagena
tus sentidos!
Salen Hasan y 'Lora, y los otros tres
hijos de Abucar: Zora y los niños ven
á su madre, y corren d ella-í
Lora. Madre mia!
Abuc. Silencio.
Zamír. Padre, está muerta?
Abuc. No, hijos mios; duerme: vamos,
no la inquietéis: pronto á verla
volverás. Querida Irus,
yo te confio la prenda
que mas ama en este mundo
mi corazón, cuida de ella.
Iíasan , lo que tardar puede
en volver en sí, te espera
mi cuidado con los niños
de la ciudad á la puerta.
Mira por ella, y después
ven á cuidar la inocencia
desamparada... Qué miro!
vamos. {Celima empieza á volver
en sí: Abucar toma un niño en brazos
, los otrot de la mano, y parte
precipitado por el foro.)
Hasan. Señora. Poned la
en pie. (lo hacen sosteniéndola.)
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