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de Benjamín, su perrito.
Gabr. ¡Qué carácter tan estraño!
Jua. Lo que dicen sus amantes
es que sus caprichos raros
recaen solo en frioleras,
que no debe hacerse caso
de niñerías tan propias
de su edad: mas sin embargo,
á ellos mismos los recibe
según la noche ha pasado ,
según el humor que reyna
y según sale en el piano
alguna copla ó sonata
de las que está repasando.
La culpa la tienen solo
sus padres que contentaron
de tal modo sus deseos,
que se acostumbró á mudarlos
lo mismo que si mudara
de vestidos ó zapatos.
Gabr. Es menester, señorita,
que los genios de los amos
los llevemos con paciencia.
Jua. Señor Gabriel, así lo hago;
aunque tiene la señora
esos antojos tan raros,
me vá á mí muy bien con ella,
me trata con mucho agrado
para que yo no la quiera.
Aunque los diez y seis años
apenas los he cumplido,
sin que ella pueda pensarlo,
el ama es quien obedece,
Íyo sola la que mando,
odas hacemos lo mismo
quando nos hemos criado
en la cámara.
RodrigUez desde adentro. ]Gabriel'
Gabr.. Rodrigue/, llama: ¡ esto es malo '
¡Válgame santa Quiteria'
Jua. ¿Mi tío llama? y0 escapo.
Gabr. j Qué desgraciados oue somos!
Ni siquiera nos han dado
tiempo de hablar dos palabras
Jua. Declare vmd. sin empacho "
sus intenciones al tío.
Si conviene nos casamos,
aunque tan tolo es vmd.
(5)
el mas ínfimo lacaj'o;
porque yo soy superior
á los débiles reparos
de la gente preocupada. vase.
Gabr. Está bien: voy á intentarlo.
No creo pueda Rodríguez
manifestarse enojado
de que mi noble ambición
y el amor mas puro y casto...
pero silencio, que llega.
ESCENA III.
GABRIEL Y RODRIGUEZ fít bata.
Rodr. ¿En qué estabas ocupado
que ni vienes, ni respondes,
por mas que te estoy llamando?
Gabr. Perdone vmd., porque estaba,
señor Rodriguez... el amo...
Rodr. ¡Señor Rodríguez! ¿qué es eso?
¿Piensas tú que me he olvidado
de mi nombre y apellido?
Gabr. Quise decir que en el quarto
no entraba por el temor
de que fuese muy temprano,
y también de incomodar.
Rodr. Muy bien, eso no está malo:
me alegro de que conozcas
la diferencia de estados.
Gabr. ¿Se pone vmd. la casaca?
Rodr. Señor don Gabriel á espacio:
¿no me he de limpiar los polvos?
Gabr. La eficacia y el conato
que pongo en servir á vmd.,
y en cumplir quantos mandatos
se me hacen....
Rodr. Ya te entiendo:
quando yo tenia tus años
era también una pólvora ;
pero algo mas atinado:
¿qué era lo que me decías?
Gabr. Digo que contento me hallo
de servir en esta casa,
y ver á vmd. tan bizarro,
tan risueño y bondadoso.
Rodr. Es excelente muchacho. af.
Dame el pañuelo del cuello.
Gabr. Tome vmd.: me he equivocado:
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