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yo callaré como un muerto:
allá se lo hayan : no ma^,
que aun hoy me duele el pescuezo.
Dian. Gran Duquesa de Milán,
ya llegó , ya llegó c) tiempo
de que el embozo me quice,
pues cumplí el ofrecimiento.
A vuestras plantas tenéis
por rendido prisionero
á Federico , y en mí
á un humilde esclavo vuestro,
Almirante de Castilla::-
Fabr. Toma si llueven enredos.
Dian. Soy , que corriendo esos mares,
me hizo un acaso estar dentro
de Milán , á donde de Indio
disfrazado , fui al festejo
que no ignoráis , y os ofrecí
volver á ampararos luego:
Ya lo he cumplido , pues queda
á vuestra obediencia el Reyno,
y á Federico , gran Duque
de Toscana , traigo preso:
ved si lo que prometí
sé cumplir , pues llegó el tiempo
de que el embozo me quite.
Fed. Cruel amigo , para esto
me confiasteis alevoso,
astuto , engañoso y fiero ?
Pero por qué ahora me irrito,
quando vengarme no puedo,
pues que sin armas me miro ?
que aunque fuese prisionero,
pues lo soy con tal cautela,
me vengara , vive el Cielos
pero yo me vengaré,
pues aunque os esconda el centro
de la tierra , he de mataros:
es aqueste el parentezco
que los dos tenemos ?
Fabr. Todos ap.
son locos , y yo mas que ellos.
&uq. Gran Almirante , con qué,
S^anJo mil veces os debo
Ia vida y tantas finezas,
podré pagaros i
Dian. El precio
i Parte. 33
en la mano le tenéis.
Duq. Si es qttírerrofl decir eso,
que os la dé , cono negarme
á tanta fortuna puedo ?
y mas quando ya hs escuchado
de mi primo el parentezco,
acreditasteis quien sois.
Dian. O ! no me acabe el contento !
Fabr. Ya escampa , y llueven asombros.
Frd. Esta ira mas ?
Dian. Y pues dueño
soy de ella , á vos, Federico,
que la merecéis , la entrego.
Fed. y Duq. Qué decís ?
Dian. Lo que escucháis,
pues yo lograrla no puedo.
Duq. Por qué ?
Dian. Porque soy muger.
Duq. Qué me decís ?
Dian. Lo que es cierto.
Duq. Pues quién sois ?
Dian. Diana soy.
Duq. Pues no está en aquel incendio ?
Dian. No , porque Nise es aquella,
á quien con ni rostro mesmo
hice viniese h y si no,
quitadla , quitadla el velo:
Descúbrenlot.
bien podéis llegar , que yo
hago no queme ese fuego.
La razón que tuve , fué
el que no me echaseis menos,
y fingir con Federico
le traía prisionero.
Todos. Quién vió tan raros asombros?
Dian. Y pues á vosotros dexo
en paz , injusto Don Juan,
porque veas que mi pecho
siempre á tus ingratitudes
conesponde con afeólos,
trasformá idose esa hoguera
en fértil pensil ameno,
miéntras en mi águila yo
me voy penetrando el viente,
vosotros en esos troncos
nos seguiréis.
Juan. Dulce dueño,
E yo
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