http://dl.ub.uni-freiburg.de/diglit/zavala1750/0028
Por Don Gaspar Z'avala rj> Zamora.
■Rom. Que queréis, «i soy muy ruda.
Alex. Ruda , ó cruel? Rox. Os afirmo,
que uno ú otro , pues no dau
de sí otra cosa estos riscos.
21
Alex. Corregid vos lo cruel,
que yo á enmendaros me obligo
lo ruda. Rox. Cómo? AL Explicándoos
mejor con los hechos mismos,
lo que á mi lengua y mis ojos,
.entender no habéis querido.
Rox. Pregue al Cielo lo logáis.
Alex. Si vos queréis, yo lo afumo.
Rox. Eso será si os entiendo,
Alex. Pues, Roxana, (en sus divinos
ojos me abraso). Rox. Señor.
AUx. Que os dispongáis os suplico,
á entenderme. Rox. Lo deseo
acaso como vos mismo.
Alex. Para qué ? Rox. Para entenderos.
AU .v. No mas ? Rox. Que sé yo.
Alex. No aspiro
á enojaros : solamente
de vuestra piedad exijo
que seáis menos cruel,
en tanto , para conmigo.
Rox. Asi pudiera ser mas!
Alex. Tal decis ? Rox. Veo el peligro.
Al. Ouál, Señora? Rox. El de entenderos.
Alex. Ha un instante , no habéis dicho
que lo deseabais ? Rox. Creéis
que sé yo lo que me digo ?
Alt x. Ved que os busco mas piadosa.
fox. V yo á vos menos rendido.
Alex. Para qué? Rjx. No sé; dexadme.
AUx. Lo deseáis ? Rox. Os lo suplico.
AUx. Aunque es muy duro el precepto,
le obedezco, porque os sirvo.
Rox. Qué os vais ?
A.'ex. No me lo mandasteis ?
Rqx% Sí, no me acordaba , ¡dos.
Alex. Ay, Alexandro ,. que presto
la libertad has perdido!
Rox. Ay , Roxana , que no puedes
ya ni con él , ni conmigo!
^L'xandro parte por la derecha , y
Roxana por la izquierda, dando fin
al acto segunda.
ACTO TERCERO.
Silva corta. Por la derecha Qxiatte
y Tr ib alce.
Qxiárt. Ya , T.ribajcc , nos hallamos
donde pueden mis desdichas
desahogarse contigo :
y aunque tengo repetidas
pruebas de tu amor, es tal
el secreto, que confia
de tí mi pecho, que no
debes extrañar que exija
un solemne juramento
de tí , de que antes la vida
perderás, que le descubras
á nadie. Trib. Si en eso estfiva
el aseguraros, yo
juro por la luz del día ,
y la gloria de Orosmacje,
arriesgar mi vida misma,
antes que arriesgue el secreto.
Qxiart. Basta para que te diga
sucintamente lo que
me ha inspirado mi ojeriza
á favor de nuestra suerte.
Tu ya ves qujn impropicia
viene á ser para nosotros,
y quanto, Tribalce, dista
la esperanza de enmendarla,
si B0 apelan nuestras iras,
al ultimo arbitrio ; este ,
bien meditado , se cifra
en dar la muerte á Alexandrd,
incendiar á una hora misma
todo el campo, y sorprender
su tropa. A primera vista
te parecerá la idea
temeraria; pero oídas
las circunstancias, verás
que es fácil el conseguirla.
La libre entrada en la tienda
de Alexandro facilita
lo primero, que es quitarle
aquesta noche la vida.
Esto tomo yo á mi cargo,
mientras convierte en cenizas
tí campo, un tercio de mil
Sogdianos, que en este dia
á este fin, y con mi acuerde
http://dl.ub.uni-freiburg.de/diglit/zavala1750/0028