Universitätsbibliothek Freiburg i. Br., E 1032,n-36
Zavala y Zamora, Gaspar
El imperio de las costumbres: Comedia en prosa. En quatro actos. Scada de la tragedia, que con el mismo titulo escribió en frances Mr. Le Miere
Barcelona, [ca. 1790]
Seite: 2
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Spanische Comedias

  (z. B.: IV, 145, xii)



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a

Gran Brac.^ Que dices , bombré débil?

Con indignación.

Joven Broc, ¿ Por ventura , exigió de ella
al morir su esposo, tan amargo sacriiicio?
¿N.0 la. basta á. esta infeliz, el quebranto
de perderle , y perder en él su único
amigo y compañero , que aun para coronar
su desgracia... Con sumisión.

Gran Brac, No mas joven inexperto: ¿ que
importa, que esa rnuger no ofreciese seguirle
á ia eterna noche , si su elevada
ciase no ia dexa otro derecho .'i Su familia
apresurada en torno de ella, la apremiará
-á cumplir esta sagrada deuda: y
quedarla cuburta cíe negro oprobio, si se
negase á hacerlo.

yóüen Brac. Pero por poco sensible que
seáis, no dexarris-de confiar , quan sin
tftZOB se destin j á nuestras viudas una
suerte tan mezquina.

Gran flra;. Tú no conoces e! imperio que
tjeiKí sobre nosotros »na costumbre envejecida
. Vuelve los ojos al Japón , y
Jüira, con qué alegm muere sobre el cadáver
desu Empirador.una tropa de aduladores
miserables. Llévalas después al
Masageta, le verás terminar por un efecto
da piedad la dulce vida de su decrepito
padre. Repara en las riberas del NK-
,ger a! hombre, puesto en venta desde
el instante que nace. Un Sultán es la
Turquía, ei'dia de su elevación al tro-
so, hace perecer á todo sus hermano:;.
Y anta en la. Europa misma , ceritro de
la humanidad y la cultura, u» punto de
Atonor, desconocido a! resto de fe rierra,
Obliga a i hombre á matarse í í.angre tria
por una sola palabra. ,

Jdvcfj Brac. Y ei borroso excmplo de unos
usos abominables ; debe autorizar nuestros
excesos ? Por eso ta infeliz rnuger,
guando se acerca al ara y mira arder las
nupciales ter.s, no puede menos de Recordar
la fatal hoguera , que hubrá «ta
terminar acaso sus amables días; y este
temor auticipado , que va con. ella á todas
partes, la hace ver con terror el
vincuio mas dulce, que conocieron los
hombres. Esclava miserable de s*u esposo,
aun después que ha fallecido ; oprimid i
siempre por un lazo que rompió la muerte
, parece que está diciendo aon na?, voz

espantosa: „ g que queréis de mí, crue-
s,b-s , cotí tan injusta sentencia? ¿T\To r,o«
,,basta el tributo de dolores, que ¡;os im-
,.puso la naturaleza, y de los qu-!cs vi-
,,ye exento el hombre , que ana por una
„ciega ley nos sujetáis á la servidumbre
„y á la muerte?"
Gran Brac.¡Que «xtraíío leoguage es ese?
Coa tono feroz.
Sin duda ni eres Indiano, ni fíracman.
La mugerse formó para nosotros, y debe
sacriíicarse toda á su esposo y á sus
manos. Es un honor, que las concede esa
ley , que tú llamaste dura : honor dispensado
solamente á las viudas de ge-
rarquia ilustre, y que disputan con ardor
, como privilegio de su sangre. Repasa
los ¿.nales de la antigua India , y
admira la gloriosa contienda de las viudas
de Ceceo: verás el interés con que la.
una pide enterrarse con su esposo, fun.
dando el derecho de preferencia en quedar
sin sucesión alguna: al p^so que la
otra, para óbtsner el mismo honor alega
la razón de hallarse embarazada. Y tú
que conoces el p.oder de nuestras leyes
¿te atreverás á lastimarte de ellas ? Tú
que sabes los costosos triunfos que buscamos
sobre nosotros mismos : tú que ves
los Imnges de tormentos , á que voluntariamente
nos entregamos, ¿osarás do-
lerte del destino feliz de nuestras viudas?
Vuelve la vista á nuestros Joghis y Fa-
Jtires en los ásperos desierto* de la In-
'dia : el uno suspendido de un árbol por
los pies , nti?a con sus manos la hoguera
, que le está abrasando para purificar
su alma: otro despedaza con agudos garfios
sus carnes: otro permanece inmóvil,
con la cabeza desnuda en la n^as elevada
cumbre , sufriendo así muchas horas los
abrasados rayos del sol: otros resisten
cr.ebor.es encendidos en su frente, por
calcinarla en honor de nuestros dioses:

Entusiasmado.
otros arrancan los párpados de sus ojos
pata vencer el sueñq que interrumpe su
fervorosa oración: otros se tienden al
paso de los carros por ser destrozados
por sas ruedas; y ea fin todos abrevian
sus dias sin compasión de sí mismos.
Todos arrostran el dolor , y triunfa»

ani-


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