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■oírnosos de !a débil ASturaleaa.
Jóvui Brúc. Si;s sacrificios á lo menos son
^ actos de su voluntad, no de ia faerzaV
Vero la Infeliz, muger es perseguida puf
un honor tilil entendido, y fcstc tirano
honor la fuerza á remn.ciar hasta la dnl-
ce vida. Perdonadme, señor. Yu creo qa¿
debemos reservar nuestra constancia para
soportar ios males, á que nacimos sujetos
, sin emplearla torpemente en contrapear
otros dolores buscados por nosotros
. Sé bien que por un enlace impenetrable
imiéron las leyes en la tierra
los bienes con los males ; paro sé
también que el instinto de cada sér es el
cuiiado de iti conservación: ¿ y solo el
homore en t j la la naturaleza ha de mirarla
con desprecio, en ofensa de les dioses
que le formaron por su imagen ? Su
penetrante voz nos dice en lo interior
del alma: ;,sed buenos y sed justosj pe-
„ro no nos dice; destruid vuestra existencia
." Y en fin, yo no comprehendo
que estableciéran la ley de que ame á
mis semejantes, y que me aborrezca a mi
solo.
Gran ilrac. El Gobernador se acerca: par-
Miranio bác.la la izquierda.
te: recapacita quál es tu ministerio, y
apresúrate á desempeñarle, pers-jadíen-
do á la viuda á correr hacia la pira.
Fortalece su espíritu si la vieres vacilar
Cc'i tono imperioso.
en la observancia de la ley-, y acuérdate
que q.ia'ito es mas dura una coítmi-
lire, tanto es mas polerosa: que e! asómbralo
pueblo inclina siempre la altanera
frente á las leyes de muerte y de terror:
que abolidos esos usos, ninguna veneración
tendría en estos climas el austero
P>racman , y ieputarian por demencia el
voluntario rir',or con que maceramos nuestras
carnes. Y en fin , que solo entusiss-
nnn lo al p-.ieblo á imitar r.-.r.stto sistema
, durará nuestro formidable poder en
lm climas ¡Malabares : nos admirarán:
nos tem Luán: s>» in'tntt ndrá el orden:
humeara el incienso , y se «fi uiarán
■©estros a!ta:es
Parte por la Hfpitré i, saludando al Gobernador
pe encuentra al salir.
SCENA IT.
£7 Gran Brac*A:ii, y Darvi.
I)a'rv.. Acaban de noticiarme la muerre de
un Malabar ¡instre , cuya desgracia deba
lamentar la patria, por haber perdido
en él un virtuoso ciudadano. Su joven
esposa... \
Gn.n Brac. Prestará sin duda el ciíeíl* dócil
á nuestras leyes, y correrá animosa i
unirse á él en el sepulcro.
Darv. Será asi} pero conviene diferirla.
Los E«ropéos obstinados en hacerse (fué-
fios de esta Plaita , estrechan el asedio
por instantes. La vigorosa defensa de su
gjarnic'on , ha malogrado harta ahora
sus repetidos ataques : pero ya no bastan
nuestros rauros á resistir el vivo i\:e-
go de sus.rayoii, y veo con h::rty dolor
aproximarse la hora de rendirnts. El
aparatoso sacrificio de esta viuda, disira-
nena sin duda á nuestros ciudadanos cíe
su primera átenctOO , que es la defensa
de la patria, y es teeesario.,..
G^m Pfac. Mantener en su vigor nuestras
costumbres. Estos agradables sacrificios
Con nyre despútt-oy decidido.
grmgearon siempre ú nuestros guerreros
el auxilio de los númenes: nuestros
humildes votos defcmrreron en todos
tiem,;?s la patria, ttíthr tal vez, que
vuestras diestras formidables i y j ay de
vosotros, si irritamos á los dioses con
la dilación d>* una ofrenda tan agradablj
á sus ojos l En el dia , en el momento
debe quedar samfjchí) un uso que hizo
Inviolable su antigüedad, y el apoyo de
la religión.
üar<v. L.a religión dispensará su observancia
en brt caso tan urgente. Los fvero-
pés , enemigos de unos actos recirWos
por !a necesidad, apoyados por una bárbara
política , y reprobados por la.rsz.cn,
correrían indignados i sjivar la víctima,
ex:ing«ir el fuego , y derrocar tinas aras
que detpsran con manifiesto perjuicio de
la parrb y de vosotros mismos. Ese
templo colocado entre su campo y nuestros
muros, seria el primer objeto de su
cólera , en el momento que la funesta
llama traxerasu atención hácia este sitio
A a v
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