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las mas decididas ventajas. Y en fin,
amante de !a paz y la concordia, os rae-
ga hoy, Malabares^ psro opresor formidable
de la obstinación , é infundado orgullo
, os mandará roa lían a con Jas armas
en la mano, reduciendo, á polvo
esas murallas , y pasando su guarnición
á cuchillo.
Gran Brac. Dexa ese tono amenazador, si
Con ¿¡¿reza.
quieres obtener algún partido entre nosotros
. Europeo, no es ya la vez prime-
mera que abatimos vuesira natural soberbia
, y aun no se. nos híbrá olvidado
el hacerla , si vuelve á ser r.eceaario.
Mont. ¿Quién es aquí el caudilloV ¿A quien
está hada la defensa de esa plaza?
GranBrac. A qualquiera ciudadano. ,
Mont. Ni tu trage , ni tus razones rae
Con Ja precio.
dicen que hable contigo.
Darv. Zeloso nuestro BraCriMD por la gloria
de su patria, se aniieipó á contex-
larte. Nada hay mis jus:o q':ela demanda
de tu Principe ; pero la hacen sospechosa
las tristes consecuencias que Uo-
ráron mil pueblos ¡Malabares , por acceder
sanamente á una igual propuesta y
abusar el Europeo de su bondad y conr
fianza. So color de amistad tentó imponerles
la amarga servidumbre , y habieron
de sacudirla cen las armas en la mano
. No diré , que vuestra fe sea tan poca
en este caso; pero el temer de. que lo
sea , me obliga á proponer esta demanda
al Pueblo, sin.constituirme á sufrir
en lo sucesivo sus justas reconvenciones:
él la oiga, él delibere , y quéjese á sí
de las resultas que tuviere.
Mont. Es muy propia de un prudente caudillo
esa respuesta. Solo quiero que en
obsequio de mi sinceridad y buena fe les
hagáis presente, que sus muros quebrantados
por nuestro vivo fuego, ofrecen á
mis tropas por quatro brechas, una fácil
entrada en la ciudad : que su gu*.-nician
disminuida y debilitada por su trabajosa
defensa, no podrá resistirse muchos
dias j que no debe esperar socorro alguno
; y que ya la hubiera entrado á fuego
y sangre, si mi augusto Soberano no
me recomendara tanto la moderación- y
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humanidad con vosotros. Y protestadles
de mi parte, que si hubieian dado oidos
á mis reculares propuestas , en vez de
desecharlas groseramente , jamas se viera
ese campo cubierto de cadáveres , ni
regado con la sangre de sus dulces conciudadanos
.
Gran Brac. ¡Oh qué astuta compasión ! Y
bien, si tanto blasonáis de generosos,
si os es tan recomendable la voz de humanidad
, no negarás una demanda bi°n
justa que traigo de su parte.
Mont. ¿Quál esí
Gran Brac. Que se suspendan las hostilidades
el corto término de un dia, suficiente
á sepultar los cadáveres que infestan
ya los ayres. '
Mont. Ningún otro motivo hiciera mas 1-
gttima esta tregua. Queda por nú otorgada
; y hasta que salga otro sol se observará
por los mios una paz inalterable.
Vos aprovechaos de este término para
A D^rvt.
responder á mi propuesta: seguro de qi!S
si no fuese admitida qnando espira , llevaré
á vuestros hogares el llanto , la
asolación y el exterminio.
Darv, Resuelva el Pueblo.
Parts por ¡a izquierda con el Oficial Mal.
Gran Brac. Obró mi astucia , y mi desigr
nio será verificado ya sin el menor.obstáculo
. Parte por ef centro de la itq..
SCENA V.
Montalvan, y Jacobo.
Jac. Mucho temo , que la pequafía tregua
que les habéis acordado encierre alguna
infame trama.
Mont. Nada receles. Conozco bien la sana
fe de estas sencillas gentes , y el respeto
que guardan á las leyes de la guerra.
J(ic. Pero Señor , ¿el breve plazo de ,un dia
basta acaso para veriíicar su piadoso
intentw?
Mont. No perderán de viera el lastimoso
estado á que se hallan reducidos ; fuera
de que siendo tan corto el término que
les he otorgado, no querrán excitar mi
indignación con atentados. Yo lt-s doy
una idea de generosidad en esta tregua,
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