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y me sirvo de ella para conceder á mis
tropas un p-tqaeño desahogo. Cansadas
cí»mo yo, de U horrorosa «cena , que
nos ofrece esa playa jtobiert* de cadáveres
: cansadas de verse en ¡os horrendos
•lagos de sangre, que inundan esos campos
: cansadas en fin del triste aspecto
de la discordia, y la muerte que nos sigue
á todas partes, ansiarán ya respirar
un ayre de paz y de descanso. Al menos
estedia calfará el triste lamento j y en
yez de estremecerse estas orillas ai estallido
del cañón , resonarán los dulces
himnos, y festivos cánticos, que entonen
la confianza y alegría. Por conocidas
ventajas que prometa la ruinosa guerra
jamas llega á compensar los males
<jae ocasiona. El aliento pestilente que
exbala basta á envenenar el universo todo
. Destierra de nosotros la paz, el placer
puro , el delicioso comercio , la
halagüeña abundancia j y en una palabra
, toda la felicidad del hombre. La
detesto, amigo: ni aun criado poT mi
* desgracia , entre sus horrores, he podido
acostumbrar á ellos mi corazón sensible
. No puedo familiarizar mis ojos
y mis oidos coa la sangre y lastimeros
aye^i y hubiera procurado eximirme de
esta horrorosa comisión , á no traerme
ella á unas costas , para raí tan agradables
un dia.
Jac. ¡Coma , señor! ¿ Habéis conocido en
ctio tiempo este clima?
Mont. j Y que relies tiempo , Jacobo! aquí
Sí, en este propig sitio , conoció mi alma
per la vez primera el imperio del
amor. Anuí vi á una adorable Indiana,
cuyos ojos me robaron ¡a voluntad para
siempre. Sas hechiceras gracias:::; Ay¡
jcfóárí dichoso me llamé yo aquel momento
, en que pago mis ansias con la
pura confesión de que me amaba ! A
pesar de la austeridad de las costumbres
mala bares , la vi lo necesario, para
que sus virtudes hicieran mi pasión
incontrastable. ¡ Quantas veces esta playa
, esos frondosos árboles, esas tajadas
peñas oyeron de sus labios encantadores
::; 1 ¡ Ay , amigo , que lisonjeras
memorias J Yo grataba ya de unirla
á mí para siempre, y mi enamorada se
disponía á abandonan estas riberas,
quando el comandante , á cuyas órdenes
venia , mandó repentinamente levar anclas
, y hacernos á la vela , sin teuer
aun el atroz consuelo de decir el doloroso
á dios al objeto de mis amares.
Quatro años han pasado , sin apartarse
un instante de mi afligida memoria. Consolábame
á veces con la esperanza lisonjera
de volver un dia á estas costas,
importunando al cielo con mis votos,
porque cumpliera mis deseos. Considera
tu , coa qué placer recibiría la orden
de embarcarme para estos mares,
con el objeto de saber la suerte de mi
amada: apénas desembarcamos, pedí con
la mayor sumisión la alianza de esos
bárbarosj y el temor de sepultar su
vida entre las ruinas de su patria , no
me dexó castigar su contextacion grosera
, llevando hasta sus casas el fuego
y el cuchillo. Esta pequeña tregua , na
solicitada por mi vergonzosamente, va
á hacer común este sitio á Malabares y
Franceses; y la comunicación de ámbos
partidos facilitará á lo menos el tomar
noticia de esta Indiana, y avisarla de
mi arribo. ¿ Quien sabe si aun arderá
en su corazón aquella dulce llama ? Sepamos
su destino, Jacobo. Los instantes
son pocos , y es necesario aprovecharlos
. Y pues te he fiado mi coraron
, haz por traerme alguna nueva de
Lanasa. Así se llama Ja joven , y lo
ilustre de su familia hará que pueda instruirte
de su suerte qualquiera Indiano
J-tc. Lanasa?
Mont. Sí.
Jac. Pues corro á complaceros.
Faie por ta izquierda,
Mont. Parte, parte, y no te olvides , que
de tu diligencia pende todo e« descanso
de mi alma. Y tu Lanasa mia ] perdona
, si alteré la dulce caima de tu
mansión dichosa con el estruendo de
mis armas, pues triunfan hoy de mis
tiernos sentimientos ed honor , el deber
y la obediencia, ¿'use t&r fa derecha.
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