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acto n.
Gabinete corlo ricamente adornado á la
Chinesca.
' SCENA PRIMERA.
Lanas a vesti da magníficamente ¡y Fátima.
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Fát. Pero señora ¿ á que ley acabáis de
someteros ? ¿ Será verdad? :::
han. Cóbrate de ese espanto, ainada Fátima
. Nac ida alia en la Persia, y baxo un
clima mas benéfico, te son extrañas
nuestras costumbres j pero yo debo respetarías
y seguirlas. No soy la primera
que desciende á esos sepulcros de fuego;
que ya esas rocas y paredes están denegridas
: riempo hace por el humo de tan
fatales hogueras.
Fát. Pero ¿ es creíble , que el exceso de
amor á vuestro esposo os haga aborrecer
la misma vid¡s? ¿Que obsequio puede
ser para su insensible; sombra el horrible
sacrificio que vais á hacer de vuestra
amable juventud? 1
Lan. No has penetrado el misterio : solo
el honor es mi tirano. O precipitarme
en la hoguera , o vivir cubierf i de una
eterna infamia. Estos son los únicos recursos
que me concede la ley.
ltát. ¿Y qual fué la débil muger primera
que humilló la fíente é tan bárbara costumbre
? ¿ Y qual después, imitando su
flaqueza, comenzó á dar fuerza de ley
áuna demencia semejante ? Muere el esposo
, y su triste viuda d<_be seguirle
hasta el sepulcro -7 mas si ella faJ/ece
ántes ¿ sigue él por ventura la costumbre
?
Lan. No , Fátima , habla solo con nosotras
.
Fát. | Hombre ferez é injusto ! sexó mas
flaco y tímido que el nuestro ¿ á que
dictar, la ley para eximirte de tila V t
bien , vos debéis castigar su iniquidad,
aboliendo con la costumbre el imperio
que se abrogaron sobre nosotras. Vos
debéis vengar á tantas inocentes víctimas
como llevó su crueldad al sepulcro.
Si el ezemplo de una muger débil pudo
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autorizarla , logre «1 vuestro destruirla
enteramente. Sí, desterradla de estes funestos
climas , quebrantando con firmeza
la cadena quimérica , que os arrastra
al sepulcro de vuestros maridos.
Triunfad de un fanatismo tan perjudicial
á nuestro sexo, sacándole de es-
Con el mayor interés,
ta dolorosa servidumbre. Yo os lo ruego
, señora: apartad de vuestros ojos la
venda , y hollad con heroísmo la frente
de tan dura tiranía, si queréis que vuestra
memoria seahonradaerntoaos tiempos
por los ¿legres cánticos que consagren
las Indianas á la redentora de su sexo.
Lan. No está mi corazón para alucinarse
de esa gloria vtnidera. Y qnando lo estuviese
, y me negara al poder de tan
envejecida costumbre , ¿ que seria de
Larasa ? Perseguida siempre por los
deudos de mi esposo , que aguardan impacientes
la hora de acompañarme al
Templo , vituperaua por el pueblo,
execrada por nuestros Bracmanes , y
seguida lita pre de 1* cólera de los
dioses , j adonde iría ? ¿ En quien hallaría
el menor apoyo?
Fát. En vuestra familia.
Lan. Ninguna existe ya. Enternecida,
Fét. ¿ Como V Pues ::: Sorprei'sndida.
Lan. Mira :i nos oyen.
tát. No Señera*
Después de examinar la Sceno.
Lan. Atiende pves, y sepulía en tu pecho
loí secretos que te ño. Aprende rais
desgracias, y cotuce quanto va á serme
dulce ¡a muerte, para querer huirla.
Nacida léjos de estas costas , apenas
abri los ojos , quando perdí mj cariñosa
madre. Formábame en las caricias de
mi padre , quando la persecución de un
enemigo de su gloria le obligo á huir á
remotos climas , dexándomc. abandonada
, sin cumplir un lustro , á un fiel
criado suyo. Crecí en su c<nipafna , y
fui por él traída e citas fu.iesias costas
, pasando siempre por SU hija.
Fát. ¿ Que decis , Señora?
Lan. Esclava yo de los usos Malabares,
y no ménos de la voluntad de mi
creído padre, comencé á gemir su tiranía
, uniéndome por fuerza:::
Fát,
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