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concurso , y supe que lo era tin expec-
táculo horroroso qr.e preparaba el furor
de los Bracmanes.
Mon. ? V qual? ¿le lo dixéron?
Jaco. Úna joven indiana, cuyo marido falleció
este dia, qu¿ dentro de dos horas
habrá de arrojaise viva á las voraces
llamas.
Man. j Que horror , Dios mió ! i Y que
delito la condena á tan atroz castigo?
Jaco. El de una bárbara costumbre, que
las priva de sobrevivir á sus maridos.
Mon. Ah si: no la ignoro.
Joco Ya ta victima es conducida á ufl departamento
de este templo, acompañada
de sus regocijados parientes , y ya
impaciente el insensato pueblo aguarda
la horrorosa ceremonia, como el festín
ma* agradable á sus ojos. Las preciosas
joyas cíe OTA, perlas, diamintes y rubíes
con que se adorna la infelfcc viuda
, sirven de ofrenda i los altares , y
de botin á ta codicia, del i'racirnn supremo
. Tal es ea este clima el triunfo
de la crueldad , y el fanatismo.
Mw. ¿E; verdad? ¿La religión autoriza
SU torpeza? ¿El puebio 10 sostiene, y
la consiente el mismo cielo ? N-o , pMS)
no la consienten los generosos Franceses.
Jaca, i erdonad , si por esta causa no desempeñe
la comisión que n« disteis.
Mon. Oividtmos por ahora mi amor , y
oigamos la voz de la humanidad-, que
implora nuevtro auxilio. AquelU infeiis.
niuger necesita de mi valor, yes fuerza
volar á socorrerla. Si , Jaerbo , n >
perdonemos medio alguno paia salvarla.
Ven, sigue mis pasos.
ESCENA II.
El Gran Bracomn , el jóven Bracman
y dicho t.
Gran Brac. Orgulloso Europeo,, aguarda,
Con tono audaz, deteniendo á Montulvxin.
y satisfaz la justa qusja, que de vosotros
tengo. ¿ Quien por ventura os dio derecho
para impedir el culto de nuestros
dioses? ¿Quien, la osadía de interrumpir
nuestras sagradas ceremonias ? ¿ Es
esta la sana fe, y respeto que guar-
*3
dais & las leyes déla guerra, que en
desprecio de la tregua tratarvjcs tuyos
de recurrir á las armas í Sin veneración
á eíe templo y su sagiado recinto, acaban
de detenerme tumultuados, y este
escandaloso ultrage:::
Man. No loMextrañeis. Yo conozco, la razón
que les ha inflamado*
Gran Brac. La de tu orden solamente.
Mon. Basta: soy demasiado esclavo de
mi honor, y mis promesas: corre, suspende
su indiscreto ardor: que nada intenten
sin mi orden, o haré un escarmiento
en el primero que re propase.
A Jacsbo , y vate.
ESCENA tlf.
El gran Bracnum , el jvven Bracman
y Montaivan.
Joven Brac. ¡ Que valor tan prudente!
¿Mon. Ya que quedas satisfecho , y convencido
de la injurta que me hicisre,
dime, ¿puedo creer lo que me cuentan
de vuestras co.1 Cumbres ¡ibominab.'es?
¿ ü serán ciertos unos ritos, que por
feroces, son mirados en Europa como fabulosos
? Será tu autoridad quien los
sostiene ? ¿Ignoras por ventura que los
/ sagrados Templos son erigicos para asilo
de los mortales desgraciados ? ¿ Ignoras
que los Ministros del cielo son
Angeles de pjz , cuyas manov deben
esparcir consuelos sobre la tierna? ¿ Y
que con esta feliz ocupación herirán el
Templo, desempeñan su carácter , y
se hacen acreedores á la veneración de
, los pu-blos? Pues ¿como ta, afrenta
de tus dioses , á quienes representas en
t u Patria, alzas al cielo tus-manos de—
soladoras , haeiendo ley. del estado tus
excesos , cifrando impunemente en
ellos el patrimonio injusto de tu Pontificado
? Sufre mis reconvenciones, alma
insensible. Al pie de. los altares ¿ te
Con- firmeza al Bracm.n, que quiere ."«-
terrumpirle con una mirado feroz
atreves á encender esas horribles hogueras
que han de consumir las inocentes
victimas de tu execrable codicia? ¿Les
Sacerdotes mismos se ocupan en abrir
esos
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