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esos horrendos sepulcros ? Me estremezco
, sí, maldigo una y mil vecjs un cli—
ma, que deposita e! incensario de sus
dioses en Jas manos de los sanguinarios
verdugos. ¿-Tendrás valoY, di, inhnma-
no , para ver con serenidai como | tu
voz se arroja una infeliz mtiger en la:s
voraces llamas ? ¿ Escucharás sin terror
sus penetrantes alarido.? ? No la cono-ico
$ pero'conozco su desgracia, y la
compasión que merece. Mi corazón acaso
menos inüexíbie que el tuyo , me
impele á socorrerla contra ti, y contra
vuestras torpes costumbres-, á arrancar
de ese preocupado pueblo la venda que
le ciega; y abolir, á pesar tuyo, unos
usos destructores, para que la posteridad
diga en mi. gíogio: 4< Monta ivan es-
„ tableció Ja humanidad en las costas
,, Malabares.",
Jóven Brac. ¡ O alma generosa ! Ya no
dudo que hallen en tí nuestras desgracias
un asilo.
Gran Brac. ¿ A que extremo piensas llevar
tu audacia?
Man. Solo al de que me conozcas.
Gran Brac. Aun no eres vencedor, para
que nos hables como dueño.
Mon. Hablo corno hombre. >
Gran Brac. Yo romo oráculo de los dioses
, inspirado de ellos mismos.
Mor.. No pueden tus dioses inspirarte
la atr.ocidzd y el crimen.
Gran Brac ¿Quien eres tú para juzgar las
costumbres de mi Patria, y sepultar, en
el olvido un uso que arraigó Ja serie de
mil siglos?¿Crees arrancar con tus manos
débiles ese ciprés funesto, que cu-
, br¿~con su sombra la India toda?
Mon. SI soii débiles mis macos para arrancar
sus hondas raices , sabré traer
el ocha cortadora.
Gran Brac. inviiks esfuerzos, quando el
tiempo ha convertido en bronce su corteza
.
Mon. Tu corazón es el de bronce , malvado
. Reflexiona pues, que quanto
Con el mayor enojo.
mas antigua es la costumbre , tante mas
es tiempo ya de aboliría, y de que empieces
á soníir Jos atroces remordimientos
de Cu impiedad y codicia.
Gran Urdo. Temerario Europeo» no me Insultes
, si no quiere*....
Mjtí. i.Tli me amenazas, bárbaro?
afanen Brac. ¡Qué orgu'lo , qué osadía!
Mon,¿Es insultaste , di , querer que conozcas
los derechos de la humanidad? ¿ Tú
eres Sacerdote ? ¿ Tú Bracman?jQué
soplo envenenado animó tu forma? ¿Qué
hVa. di, qué roca fe concibió en sus entrañas
? ¿ Jamas vertieron lágrimas tus
ojos ? ¿Jamas gozaste el encanto de la
compasión y ternura? ¿ Era preciso que
viniera yo á estas play.is para hacerte
conocer que hay piedad sobre la tierra?
Tigre feroz, yo coatendré tus excesos.
Yo extinguiré para siempre vuestras in
fame-r hogueras.
Amenazándole cen resolución.
Gran Brac A ¡emasiado aspiras: es necesario
quí primero extingas el amor, el
zelo y la firmeza, fundada sobre la basa
rob ista de ta religión , que confunde
aquí e! respeto que tributan al esposo,
con e¡ que debemos á los dioses. Este generoso
amor á la gloria hace que las mu-
geres indianas triunfen con heroísmo de
' ti muerte, y no es tan fácil , como
piensas , el destruir su entusiasmo. Y
en quanto á la dura ley á que las viudas
se someten , sabe , aturdido joven,
que está apwyada en la razón y la justicia
. Ea tanto que ella reyna en nuestros
climas , ninguna anticipó la muerte
ó su esposo con el puñal ó el veneno
, como hicieron ántes de ser establecida
.
Mon. No así injuries el carácter de la mu-
ger. Esas malvadas esposas, á que te
refieres , las aborta el abismo raras veces
, y no hay severa ley que aleje
del crimen. Las demás no necesitan en país
alguno, que Jas recuerden las leyes , eh
amor y fidelidad que deben al espeso.
Terminemos ya ta sesión, pues reclama
esa infeliz estos preciosos momento*.
Vuestros horrorosos espectáculos han
excitado justamente mi furor „ y e! de
los míos : cotí el piadoso objeto de sepultar
los cadáveres indianos, me pedisteis
una tregua. Ahora conozco que tu
astucia quiso asegurar con ella la execu-
cion Ue esa odiosa ceremonia. Yo la
•coidé,
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