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E SC E N A VI. f
I*anata como ántes enmedio de las vírgenes
indianas, vestida de lino , y coronada
: d? flores , por las puertas del
Templo, caitando el Himno que sigue,
Fátims , el Gran Br arman , Dar vi , el
Pueblo indiano , y poco después el Jó-
ven Btacman , el Oficial, y algunos
Soldados indianos.
HIMNO.
tc Reciba el tierno esposo
*' en la cekste esfera
" la fe mas verdadera
c< del conyugal amor."
han. He allí mi padre. Dirigiendo
una nitrada de dolor ú Darvi.
Dar. ¡ \y , hija J Yo moriré primero,
que consienta el sacrificio. Núme«es,
socorredla , y no hagáis inútiles mis
ardientes ruegos.
Gran Brac. ¿Podré creeros tan débil,
tan esclava dei autor i una vida ignominiosa
, que reuseis el derecho que
os da la ley á uniros para siempre
á vuestro esposo? ¿Querréis amancillar
la gloria de tantas heroínas como
honraron' su memoria , precipitándose
animosas en la sagrada hoguera?
¿Cubriréis de oprobio la senda de
Ja inmortalidad , que os están mostrando
sus huellas ? ¿ Daréis un bailo
testimonio d¿ vuestra Anqueza á
la India toda, que aguarda con impaciencia
vuestra animosa resolución?
Y en fin, ¿preteriréis una vergonzosa
vida á una envidiable muerte?
Volved los ojos á esas frías estatuas
que consagro la admiración al heroísmo
de nuestras ilustres viudus. Todas
selliroa ar¡¡mosas la ley con una
muerte voluntaria. Tudas reclaman
vuestro exempJo : todas- reprehendan
▼utfstra timidez: miradas. Mirad por
to.Us partes errante ¡a so-wbra de
vuestro esposo , recordándoos vuestro
deb¿;, señalándoos con el yerto dedo
•sa pi'a, y llamándoos sin cesar á su
sepulcro. ¿ Da i iréis segutr'e ? No lo
«reo; seducida por un malvado , ya<-
«3
ciiaria acaso un momento v uestra
constancia : pero vuelta en vuestro
acuerdo , yo sé que llenareis los deberes
de vuestra ilustre sangre , sa-»
tisfaciendo á la ley, á los dioses, y
á la tierna fe de esposa. Llega , temerario
, llega , y confúndete á la vis-
Al Jóven Bracman que sale por el
Templo , conducido por el Oficial, y los
soldados indianos, él, Lí.nasa y Darvi
s miran en el momento de presentarse
en la Escena , demostrando ¡os dos
ultimes el mas vivo dolar , y el Joven
Era man el mayor despecho, con el qual
fixa los ojos en el Gran Br arman.
ta de esi joven , que osaste pervertir
con tus horrendas máximas. Repara
la serenidad con que mira encender
la hoguera , aprestándose á precipitar
en ella. Aprende de su heroísmo
á cumplir con tus deberes , y á
triunfar de la flaqueza humana. Pero,
¿ que has de aprender tú oprobio de
este Templo , afrenta de los dioses , y
borrón odioso de tu santo ministerio?
Jdven Brac. Por lo ménos no seré jamas
un sanguinario verdugo un fiero destructor
de la naturaleza. No imitaré
el horroroco exemplo que me ofrece
tu dureza. No malvado : detesto tu
Cor. tono despechado.
doctrina , detesto de corazón unas
leyes tan iniquas, unos usos destructores
de los mas preciosos sentimientos
del hombre , osos feroces , asesi*
nos , y que degradando nuestro sér,
llegan á confundirnos con las fieras.
No está corrompido mi corazón : aun
no lograste endurecerle tanto, que no
escuche la voz del infortunio.
Gran Brac. ¿ Qual es tu audacia , miserable
? ¿ Aun te atreves á insultar la
autoridad suprema:::
Joven Brac. Qje te. grungeáron tus excesos
j si, la insulto , no ta enga-
Coh viveza , interrumpe con a)te tn*
sintanie*
fias. Jamas hincaré la rodi l la al ídolc*
soez c*ue adora en ti el fanatismo ció»
go. íkjío- siento no poder yo con robustas
manos destruir esa horrorosa
Expresando iodo su rencor.
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