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Comedia en tres actos.
no me andes haciendo pucheras por
Faustina ; porque entonces.... Corre
á dar cuenta de libros y papeles á
Dmnont , que yo te espero en cava.
Jenv. O, generoso Smirn! con qué podré
pagarte....
Smir. Con no acordarte mas de Faustino
: y con creer que si estuviera en mi
mano , coronaria tu fortuna....
Jenv. Cómo ?
Smir. Casándote con ella.
ACTO SEGUNDO.
ESCENA I.
Jenwal y Faustino,.
Jenv. Fau tina.
Enriq. Faustina , Faustina. Veo salir
de aquí á Jenwal , con que no í.av
que preguntar qué ha sido. Sin pulsos
está. Si lo dije yo. Faustina. El carcamal
de mi amo , y el orate de Van-'
grey , tienen la culpa. Pobre muchacha
.' No , pues por el nombre que
tengo , que les ha de costar caro , si
mi scñori:a no vuelve: ¿1 caso es, que
van á venir , y si la encuentran así,
se descubrió todo el ajo. Dicho, y
hecho : pero gracias á Dios que va
volviendo.
Faust. Jenwal cruel....
Enriq Qué Jenwal, ni que cuerno!
Levantaos; y vamonos adentro, que
llegan aquí todos.
Faust. Jenwal. (A un tiempo corrien- Darm Qué es eso, Enriqueta? Qué
do ¿í encontrarse.) tiene Faustina ?
Jeuv. A Dios, para siempre. (En act» Enriq. Un padre con setenta años á la
de partir.)
Faust. Cómo? espera, infeliz , espera,
si no quieres verme morir de angustia
. (Deteniéndole con despecho.)
Jenv. A qué me detienes ? ¿ ignoras por
ventura el precepto de tu padre?
Faust. No me costó pocas lágrimas el
saberle. (A Jenwal que se manifiesta
sobresaltado.) No, no vienen: se
hallan acalorólos de sobremesa en una
disputa , y han dispuesto tomar aquí
el café. Pero quedó Enriqueta con el
cui.lado de avisarnos.
Jtnv. ¿ Y a qué tentar mas veces u ía
herida, que se presenta incurable? ¿A
qué ofrecer el agua al hidrópico , si
le ha de matar el bebería ? Separémonos
de una vez. ( Con despecho. )
Qué haces f
Faust. Aguarda. (Deteniéndole con un
dolor despechad).)
Jenv. Enriqueta viene. A D;os, á Dios
por siempre. ( Desprendiéndose , y
par tiendo penetrado de sentimiento
.)
Faust. Desventurado! ( Cae desmayada
. )
ESCENA II.
cola , que no es poco trabajo.
D.irm. Empecemos.
Enriq. Pues dejadnos , ya que tenéis
la culpa de todo. Vámonos, señora.
Vang. Efpera un poco, muchacha, que
la rubicundez de sus megiilas , y la
¡nfartacton de sus venas yugulares,
son síntomas indubitables de una pleuresía
: y e« menester acudir con tiempo
para impedir una vómica ú absceso
.
D arm. Sí , sí,
Van*. A ver si el volante del corazón...
( Pulsando d Faustina. )
Enriq. Dejadnos ahora de volantes y
lacayos.
Vang. No tiene duda : esta sangre está
infartada , y si nos descuidamos,
y llega á formarse una coriácea....
D.irrn. Sí, sí.
Vang Yo me quedo celibato , sin remedio
.
Enriq Q.jé 1 ístima! (ap. con ¿ufana. )
Vang. Decidme, Faustina, sentís algún
dolor en la glotr ? conocen lastimada
la traqui-ai teiia ?
EnriqlQué diablos queréis que os diga,
&> no entiende esos terminachos!
Enriqueta, Faustina, y poco después Vang. Con efecto , las amígdalas, mu-
Darmotit, Vang-ev , Eduardo y Ja" xí ares y parótidas se descubren in-
"iradas.
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